Radio Cadena de Noticias

Las no tan locas ilusiones

Diferencias políticas crecientes entre Lima y provincias.

Cada nueva encuesta trae alguna sorpresa en la aprobación presidencial o intención de voto, pero lo que ya no es ninguna novedad es la creciente diferencia en el modo de pensar entre Lima y las provincias.
Parte de la explicación radica en el perfil de la población de cada zona. Por ejemplo, solo el 10% de todos los peruanos es del nivel socioeconómico A/B, pero en Lima son el 22%. Asimismo, el 16% de la capital es del NSE E, mientras que en todo el país los de este nivel son el 38%. Los del D, en cambio, son casi el mismo porcentaje en Lima (30%) y en todo el país (29%).
Otra parte de la explicación radica en la calidad de la oferta de servicios públicos básicos –educación, seguridad, salud, etc.– en Lima y en las provincias, lo que ocasiona que la percepción de los problemas sea diferente en cada zona.
Así, los tres principales problemas en Lima son, en ese orden, delincuencia, desempleo y la corrupción; en el Norte: corrupción, delincuencia y desempleo; en el Centro: desempleo, costo de vida y corrupción; en el Sur: desempleo, corrupción y educación inadecuada; y en el Oriente: desempleo, pobreza y costo de vida. Los problemas se repiten pero en orden diferente.
Esto también tiene un efecto en la diferente percepción sobre el progreso que existe en cada región: el 28% de Lima cree que el Perú está progresando, mientras que los que piensan igual en el Oriente son solo el 10%, en el Centro y en el Sur el 15%, y en el Norte el 17%. Por niveles socioeconómicos también se ven diferencias: el 20% de la población nacional percibe dicho progreso, pero en el NSE A esta sensación crece al 53%.
Lo anterior también tiene un efecto en la percepción sobre el futuro de la situación económica del país. En este caso, sin embargo, la actitud de Lima y de las provincias urbanas es parecida: 22 y 23%, respectivamente, opinan que será ‘mucho mejor/mejor’, mientras que en el Perú rural esto desciende a 10%. Los peruanos son, de paso, los más pesimistas de toda América Latina en la percepción del futuro.
Estas diferencias entre Lima y las provincias –y dentro de estas entre las zonas urbanas y las rurales– explican actitudes diferenciadas en muchos aspectos que van desde la aprobación al presidente de la República, los candidatos políticos que se prefieren o el respaldo a la economía de mercado, que es mayoritario en Lima pero no en el interior.
Quien no entienda estas diferencias regionales va a quedar muy mal parado en la aplicación de cualquier estrategia que implique un ámbito nacional, desde la colocación de un dentífrico hasta la venta de un candidato presidencial.

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